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Mostrando entradas de abril, 2012

Soliloquio de Fernanda del Carpio

Rescato en el día de Sant Jordi de hoy este fragmento de la gran obra de Gabriel García Márquez "Cien años de soledad", en el que la altiva y a la vez incomprendida Fernanda del Carpio, mi personaje favorito de la novela, estalla y, a modo de soliloquio, empieza a soltar lo que su viperina lengua ha callado durante tanto tiempo: Aureliano Segundo no tuvo conciencia de la cantaleta hasta el día siguiente, después del desayuno, cuando se sintió aturdido por un abejorreo que era entonces más fluido y alto que el rumor de la lluvia, y era Fernanda que se paseaba por toda la casa doliéndole de que la hubieran educado como una reina para terminar de sirvienta en una casa de locos, con un marido holgazán, idólatra, libertino, que se acostaba bocarriba a esperar que le llovieran panes del cielo, mientras ella se destroncaba los riñones tratando de mantener a flote un hogar emparapetado con alfileres, donde había tanto que hacer, tanto que soportar y corregir desde que amanecía

Linguamón, crónica de una muerte anunciada

El pasado diciembre el ayuntamiento de Barcelona anunciaba la disolución de Linguamón tras la retirada de la Generalitat de Cataluña del consorcio. Linguamón, cuyos orígenes se remontaban a la exposición " Veus ", uno de los pilares del Fórum de las Culturas de Barcelona 2004, y que para muchos supuso de lo poco rescatable de tan magno y a la vez aún hoy desconcertante proyecto encabezado por el entonces alcalde del consistorio barcelonés, y hoy cadáver político exiliado en la ONU, Joan Clos. Linguamón , creado en 2005, pretendía rescatar el espíritu de aquella exposición, dedicada a algo tan ambiguo y vago como "celebrar el hecho de la comunicación humana y la diversidad lingüística y cultural". Si uno echa un vistazo a la página web del consorcio -todavía activa-, le invadirá un inevitable sentimiento de turbación ante la incomprensión del leitmotiv y las directrices del proyecto: "acercar el mundo de las lenguas a los ciudadanos, hacer que la sociedad viva