
Era tal la magnitud de Linguamón, y tal el apoyo político con el que contaba en la era tripartita, que incluso se había cedido como futura sede la antigua fábrica de Can Ricart sita en el Poblenou barcelonés. La reforma del edificio había sido encargada a la prestigiosa arquitecta italiana Benedetta Tagliabue, y la inauguración del mismo se preveía tendría lugar a lo largo de 2013. Todo resultaba, si fa no fa, muy acorde al entusiasmo imperante en pleno boom económico. Luego vendrían la crisis, que, al igual que el tiempo, todo lo pone en su lugar, y nuevos colores políticos, tanto en la Generalitat como en el ayuntamiento de la Ciudad Condal, poco proclives a empresas tales. Todo ello supuso el golpe de gracia para la Casa de les llengües, cuyo previsible final se oficializaba el 17 de diciembre de 2011 con la disolución del consorcio que lo auspiciaba, y con ello el precipitado desenlace de un proyecto cargado de buenas intenciones, pero utópico y poco conciso. Cuentan los mentideros políticos de la capital catalana que no se prevé retomar el proyecto en un futuro cercano, no al menos hasta que finalice la todopoderosa crisis. A esperar se ha dicho...
Linguamon 2005-2011
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