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Trieste, en la encrucijada de la Mitteleuropa


"My soul is in Trieste..." James Joyce, 1909

Cuando llegué a Trieste por primera vez hace siete años, poco o nada conocía de la ciudad en la que iba a pasar un año de Erasmus. Lo cierto es que la ciudad se presenta al foráneo como gris y anodina, un lugar de paso a medio camino entre Italia y Eslovenia. La bora, un fuerte viento que sopla en la zona, la hace, si cabe, aún más hostil. Sin embargo, la  ciudad atesora un pasado glorioso como lugar de encuentro y de eclosión cultural e intelectual que hoy día muchos desconocen. En efecto, Trieste (Triest en alemán, Trst en esloveno) fue una de las ciudades más importantes del ya extinto imperio austro-húngaro, así como su principal puerto, del  cual, por cierto, partirían años más tarde miles de inmigrantes italianos y centroeuropeos hacia las Américas en busca de un futuro mejor que la decadente Europa de entonces no podía proporcionarles.

Localización de Trieste
Durante el dominio de los Habsburgo desde el siglo XVIII hasta 1918, la situación geográfica de Trieste, que hizo de ella un lugar de encuentro en el que las culturas latina, eslava y germánica convergían, así como su condición de ciudad portuaria, confirieron a la zona un carácter cosmopolita e intelectual a la altura de metrópolis como Viena o París. Durante aquel periodo, escritores de la talla de Italo Svevo e Umberto Saba (triestinos de nacimiento) o el irlandés James Joyce residieron y desarrollaron gran parte de su obra en la ciudad. Trieste presumía de una intensa y agitada vida cultural que se desarrollaba en lugares como el teatro Verdi o cafeterías como la aún existente San Marco, donde se reunían intelectuales como los anteriormente mencionados para compartir ideas e inquietudes. Tras la caída del imperio austro-húngaro en 1918, la belle époque triestina pareció finalizar a la par que la ciudad entraba en un periodo convulso en el que diversas potencias intentaron hacerse con el control de la zona hasta su anexión definitiva al Estado italiano en 1954. Efectivamente, desde la fundación de Italia en 1861 como estado unitario, Trieste había sido una de las reivindicaciones del irredentismo italiano. Fruto de tales reivindicaciones, al finalizar la Primera Guerra Mundial la ciudad pasó a manos italianas. Durante el periodo de entreguerras, Trieste y la región de la Venecia Julia vivieron una de las épocas más oscuras de su historia de la mano del régimen fascista de Mussolini. Por entonces, la provincia contaba aproximadamente con un 52% de italófonos (residentes en su mayoría en el centro de Trieste), un 29% de eslovenos (predominantes en las pedanías y aledaños de la ciudad, así como en las zonas rurales de la provincia) y un 17% de germanófonos (pertenecientes a la élite política y administrativa), amén de minorías croatas, serbias o judías. A ojos del nuevo poder, esto suponía una anomalía que había que corregir. De este modo, se inició un proceso de italianización forzosa y de medidas de carácter represivo, especialmente contra la población eslovena que llevaba siglos residiendo en la provincia. El momento álgido y, sin duda, más funesto de tal represión tuvo lugar el 13 de julio de 1920 con la toma y posterior incendio por parte de nacionalistas exaltados italianos a la Narodni Dom (Casa nacional), centro cultural esloveno eje central de aquella comunidad. Todo ello hizo que la población eslovena huyera despavorida de la ciudad, lo que redujo progresivamente su presencia a un 5%, según el actual censo. La Segunda Guerra Mundial trajo consigo la ocupación de la ciudad en 1943 por parte de las tropas nazis quienes sembraron el terror durante casi dos años; debido a ello,  Trieste tuvo el dudoso honor de acoger en su término municipal el único campo de concentración en el actual territorio italiano, la Risiera di San Sabba, donde pereció gran parte de la comunidad judía triestina.  No fue hasta 1945 cuando los partisanos yugoslavos se hicieron con el control de la zona, dando lugar a otro periodo de represión, esta vez contra la población italófona. Dado que la ciudad y su provincia eran motivo de contienda entre Italia y Yugoslavia, la ONU decidió establecer en la zona una especie de protectorado conocido como "Territorio Libre de Trieste" cuya población estaba formada principalmente por 264.000 italianos y 85.000 eslovenos, a la espera de decidir el futuro de la ciudad y su área de influencia. Finalmente, en 1954 se llegó a un acuerdo entre ambos países con la partición del territorio, quedando la ciudad de Trieste y cinco municipios más en la parte italiana.

Incendido de la Narodni Dom (1913). Actualmente dicho edificio acoge
la Facultad de Traducción e Interpretación de la Universidad de Trieste
donde estudió servidor
Sin embargo, una vez alcanzada la paz definitiva, ya nada volvió a ser lo mismo en Trieste. El cosmopolitismo pasó a ser un recuerdo de un pasado mejor; la marcha de gran parte de la población eslovena, la práctica desaparición de los triestinos germanófonos a causa de la italianización o el exilio forzado, así como la llegada de miles de refugiados italófonos a raíz del éxodo istriano, uniformaron la ciudad y su provincia étnica y lingüísticamente. El presente gráfico muestra la evolución numérica de los diferentes grupos lingüísticos durante los pasados cien años. Como se puede observar, la tendencia ha sido la del aumento de italófonos, en detrimento de los eslovenos, así como la práctica desaparición de grupos de habla alemana.


Mapa con porcentajes de hablantes de esloveno en la provincia de Trieste
De este modo, Trieste es en la actualidad una ciudad de contradicciones; las vicisitudes de su historia reciente han hecho que muchos de sus habitantes se replieguen en una mal entendida italianidad en contraposición al elemento eslavo y germano. Paradójicamente, basta con darse un paseo por su casco histórico para darse cuenta de la clara impronta austriaca de la ciudad. La ciudad hoy en día es mayoritariamente de habla italiana (muchos de sus habitantes hablan el triestino, un dialecto neolatino de influencia véneta), a excepción de pedanías como Opicina, en las cuales residen aún minorías de habla eslovena de cierta importancia, que ven reconocidas su lengua y su cultura mediante leyes que garantizan, entre otras cosas, educación en esloveno. En total, el número de eslovenos en la ciudad no supera el 5%, y  suponen algo más del 8% en el conjunto la provincia. El bilingüismo italiano/esloveno es oficial en toda la provincia, a excepción del centro de Trieste (sí en los barrios de la periferia) y el municipio de Muggia.

Cartel bilingüe en Opicina (Trieste)

Durante mi estancia en Trieste, pude comprobar in situ la dicotomía de sus habitantes. Por una parte, conocí a un chico cuyo padre, un refugiado istriano de etnia italiana, le inculcó desde la más tierna infancia  el recelar de todo lo eslavo; sin embargo, paradójicamente uno de sus mejores amigos era un chico esloveno de la vecina ciudad de Koper (Capodistria en italiano), que se manejaba con igual destreza tanto en esloveno -su lengua materna- como en italiano. En relación a este aspecto, conviene destacar que, según mis apreciaciones durante mi estancia en la zona, la minoría eslovena en Italia es en su práctica totalidad bilingüe (esloveno/italiano), mientras que los hablantes del dialecto triestino y/o italiano estándar (la mayoría) normalmente no suelen tener conocimientos de esloveno, aún viviendo en núcleos con amplia población eslava. Nos encontramos, pues, ante una situación de diglosia. Por otra parte, en una ocasión durante una fiesta de "erasmitos" fui a dar con un chico de etnia eslovena que me confesó resignado: "Para los italianos soy esloveno, y para los eslovenos soy italiano", concluyendo finalmente:  "soy triestino".

Si bien Trieste ha conservado ese aire de ciudad fronteriza que siempre la ha caracterizado, lo cierto es que actualmente sobre la zona planea un cierto ensimismamiento. El ambiente internacional y cosmopolita de antaño es tan sólo un recuerdo en blanco y negro relegado a los muchos y variados libros que se venden en las librerías de la ciudad rememorando lo que un día se fue y ya no se es. El afán de imposición en diferentes momentos de su historia por parte de las etnias que históricamente han influenciado la ciudad (italiana, germánica y eslava) acabaron por dinamitar siglos de convivencia que trajeron prosperidad económica y cultural a esta ciudad a las puertas de los Balcanes.


"Trieste ha una scontrosa
grazia. Se piace,
è come un ragazzaccio aspro e vorace,
con gli occhi azzurri e mani troppo grandi
per regalare un fiore;
come un amore
con gelosia"
Umberto Saba



Comentarios

  1. Me gustó el artículo y el blog, aunque en realidad el primer artículo que leí fue el primero que hiciste de tu blog, el del dalmático, en realidad yo estaba buscando información de esa lengua y me tope con tu blog, creo que me esperan horas para leer tus artículos.

    Pero en lo que respeta a este artículo, también tiene que ver de lo que buscaba. Ando buscando información de las lenguas romances de los Balcanes, entre esos su historia.

    Ahora entiendo perfectamente que paso, durante la Segunda Guerra Mundial los italianos, "re-romanizaron" triste, un tipo de limpieza étnica empezó. Al terminar la guerra, en Yugoslavia tomaron represalia, pero contra todo lo "latino" o "romano", empezaron con una cruel limpieza étnica contra los italianos, rumanos, valacos, morlacos y dálmatas. Aunque en lo que he leído en otras partes sobre la historia de los Balcanes y su eslavización ha sido un proceso muy brutal al erradicar, diluir, dispersar y ahuyentar a los pueblos de origen románico o romanizado durante el Imperio Romano.

    Esa fue una de las razones de que los pueblos y lenguas romances de los Balcanes se atomizarán en territorios cada vez más pequeños o fueran a zonas costeras dónde podrían estar mejor y protegidos, como el caso de los dálmatas, venecianos, istrianos e italianos que vivían cerca de la costa y fundaron ciudades importantes y hasta repúblicas dedicadas al comercio y control de los mares, mientras que los rumanos y maurovalacos o también llamados vlach, vlash, morlacos o valacos en los cuales terminaron escondiéndose y dedicándose al pastoreo al mismo tiempo que se volvieron pueblos transeúntes, vagando en toda la península.

    La matanza de las foibe fueron tal vez la última forma de perseguir y eliminar cualquier rastro de cultura latina, al mismo tiempo que se inicio el éxodo istriano-italiano.

    Pero bueno, me gustaría tener contacto contigo si es que quieres y puedes, soy solo un amante de las lenguas, no estudie eso, pero me fascinan las lenguas, la cultura, la geografía y la historia de los países, religiones, lenguas e ideologías. Me gustan las lenguas romances, aunque soy de México, te dejo mi correo drz_2011@hotmail.com si quieres contactarme, o si tienes otro medio, y quería saber si algún día hablarás del istrioto, que me imagino que sabes de ese idioma y del istro-rumano. Y por último decirte que estés bien y sigas con el blog, ciao.

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    1. ¡Gracias por tu comentario! Lo cierto es que la península de los Balcanes ha sido históricamente un lugar en el que han confluido muchas culturas y religiones bajo el amparo de diferentes potencias. La eslavización en concreto de la costa dálmata se debió en gran parte a factores demográficos. Por ejemplo, el caso de la República de Ragusa (actual Dubrovnik) que en un principio era un país de cultura latina (en especial las élites), pero que poco a poco se fue eslavizando, aunque se conservara hasta épocas recientes el bilingüismo italiano/croata. También fueron decisivos hechos como el terremoto de 1693 que prácticamente destruyó toda Ragusa y se llevó consigo a la mayoría de la población. Cuando se reconstruyó la ciudad, ésta fue repoblada con gentes de las montañas cercanas que eran mayoritariamente de etnia eslava. Diría que las represiones hacia una etnia u otra con el fin de homogeneizar la zona han tenido lugar especialmente a partir del siglo XIX con el resurgimiento del nacionalismo, y sobre todo a raíz de la caída del Imperio austrohúngaro una vez acabada la Primera Guerra Mundial. Un proceso similar a este, aunque salvando las distancias, tuvo lugar siglos antes en la península ibérica durante la reconquista y posterior expulsión/conversión de judíos y musulmanes; en esta ocasión se impusieron los pueblos romanizados (castellanos, portugueses, aragoneses, catalanes, etc.). En breve me pondré en contacto contigo por mail. También te informo de que si todo va bien, publicaré una entrevista a un amigo mío nacido en la ciudad istriana de Pula (Pola en italiano), perteneciente a la minoría italiana de la ciudad que decidió quedarse en ésta cuando pasó a manos yugoslavas. Saludos desde Barcelona.

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