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Difusión geográfica de los distintossistemas de escritura
paleohispánicos. Los íberos corresponden al área mediterránea. |
A pesar de los avances de las últimas décadas en lo que al estudio de la cultura íbera se refiere, ésta es aún para los expertos un misterio y, por ende, un reto en no pocos aspectos. El mayor escollo con el que se han topado tanto arqueólogos como historiadores a la hora de estudiar esta civilización tan cercana a nosotros, y a la vez tan desconocida, es el de la lengua o lenguas en que hablaban y escribían los íberos, "los españoles tal y como éramos" en palabras de Juan Eslava Galán. A falta de una piedra Rosetta íbera, pocos progresos se han hecho en materia lingüística desde que los estudiosos -españoles y franceses, principalmente- empezaran a interesarse por la cultura íbera a partir de la segunda mitad del siglo XIX. El más significativo hasta la fecha de todos ellos es, sin ningún atisbo de duda, el del arqueólogo y erudito granadino Manuel Gómez-Moreno, quien en 1922 apuntaba que los signos que se repetían en las diferentes tablas y estelas halladas en varias localizaciones del levante peninsular no se correspondían a fonemas (como sucede, por ejemplo, en los alfabetos latín y griego) sino a sílabas. El desciframiento del denominado signario ibérico nororiental (el más extendido y utilizado, de origen aún desconocido) permitió por primera vez leer las inscripciones íberas, aunque sin entender lo que en ellas había escrito. Cómo llegó Gómez-Moreno a descifrar el silabario ibérico continúa a día de hoy siendo un misterio que ha fascinado a propios y extraños. Había, sin embargo, dos sistemas de escrituras más, aunque nunca llegaron a gozar de la misma difusión que el signario nororiental; se trata del signario suroriental y el alfabeto greco-ibérico. El primero, de influencia tartésica (la mítica civilización de Argantonio) y descifrado en gran parte también por el propio Gómez-Moreno, se diferencia del nororiental por los signos y el valor de los mismos. El segundo no es más que una adaptación del alfabeto griego jónico a las particularidades fonéticas del íbero.
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Plomo de Ullastret escrito en signario nororiental |
Aún no se sabe a ciencia cierta si los íberos hablaban un único idioma o si, por el contrario, existían diversas hablas con mayor o menor inteligibilidad entre sí, siendo alguna de ellas la lengua vehicular o
koiné utilizada por los diferentes pueblos ibéricos para la comunicación intergrupal. Sobre el origen de los íberos y su lengua (o lenguas) mucho se ha hablado y estudiado, sin llegar a dirimir aún hoy su procedencia. Durante mucho tiempo, la teoría del vascoiberismo - que propugna un origen común para las lenguas vasca e íbera- fue la que más adeptos tuvo, aunque actualmente dicha posibilidad ha sido desechada por la mayoría de doctos en la materia. Ganan fuerza, sin embargo, las que contemplan un origen norteafricano o las que consideran que la íbera es una cultura genuinamente autóctona de la península ibérica. A modo anecdótico, conviene recordar que el franquismo quiso ver en los íberos un supuesto origen indoeuropeo (es decir, ario), negando cualquier teoría norteafricana o fenicia (semita), mucho más plausible. En lo que respecta a aspectos léxicos y morfosintácticos de la lengua íbera, tan sólo se han descifrado algunos sustantivos (especialmente onomástica y toponimia) y varios verbos, así como unas pocas particularidades morfológicas como algunos sufijos de carácter aglutinante; valgan de ejemplo las terminaciones
-sken/-skan que aparecen en muchas monedas de época íbero-romana y que los estudiosos califican de genitivos. Lamentablemente, el conocimiento del íbero se encuentra aún en una fase muy primigenia debido, sobre todo, a la falta de fuentes escritas bilingües que permitan la comparación entre idiomas. Por ello, y hasta que no se descubra una "Rosetta íbera", la mayoría de textos que nos legó tan fascinante pueblo seguirá siendo un enigma.
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