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Eurovisión 2019: ¿Cuánto influye la política en las votaciones?

Esta noche se celebrará en el Centro de Convenciones de Tel Aviv una nueva edición del certamen musical más longevo y célebre del planeta: el Festival de Eurovisión. Como cada año, el festival vuelve a estar rodeado de polémicas ("eurodramas", en argot eurovisivo), aunque este año éstas se han visto considerablemente aumentadas al tener lugar el evento en Israel y contar con una estrella de la talla de Madonna como invitada principal. Hoy volveremos a oír con toda probabilidad aquello de que "Eurovisión es política", "se votan entre ellos", "siempre ganan los mismos" y otras soflamas similares que a menudo son fruto más bien de la frustración de ver como la candidatura favorita de cada cual queda relegada a la parte final de la tabla que de una verdad per se. ¿Pero influye realmente la política a la hora de votar en Eurovisión?

La pregunta parece haber cobrado tal trascendencia que incluso hay una amplia literatura académica al respecto, desde tesis doctorales hasta papers elaborados en universidades prestigio. Según recoge El País, "el estudio más célebre es de Gad Yair, del Departamento de Sociología y Antropología de la Universidad Hebrea de Jerusalén. Ya en 1995, apuntó la existencia de al menos tres bloques cuyos países se votaban especialmente entre sí: el mediterráneo, el nórdico y el de Europa del Este." Sin embargo, un estudio reciente de The Telegraph nos habla de otros tres bloques más matizados: el escandinavo, el balcánico y el exsoviético. Aun y así, todos los estudios coinciden en afirmar que por lo general la política no influye (tanto) en Eurovisión. Prevalecen unos patrones que no responden tanto a factores políticos como son la afinidad cultural o lingüística (el clásico intercambio de 12 puntos entre Grecia y Chipre), la cercanía (que a España tambien beneficia cuando recibe altas puntuaciones de Portugal o un 12 casi siempre asegurado por parte de Andorra cuando aún participaba) y, por último, el factor diáspora cuyo máximo beneficiado ha sido históricamente Turquía, país que desde que se introdujo el televoto en 1998 siempre ha recibido multitud de votos de países con una gran colonia de emigrantes turcos (Alemania, Holanda o Bélgica). Los expertos coinciden en que para que existiera un sesgo político a la hora de votar a un país o a otro, debería prevalecer una discriminación o prejuicio constante, lo que no ha sucedido ya que países que no pertenecen a ninguno de los bloques clásicos, como Austria y Portugal, han ganado en ediciones recientes; por no hablar de Israel, país que cuenta con una cantidad ingente de detractores en el viejo continente por su política para con el pueblo palestino, lo que no le impidió hacerse con el premio el año pasado. La única excepción a dicha afirmación son Azerbaiyán y Armenia: dos países que no se votan entre ellos, debido con toda seguridad al conflicto territorial que mantienen desde su escisión de la URSS.



Sí, puede haber motivaciones no musicales para votar a un país y no a otro, pero no todas son políticas y por lo general no son nunca lo suficientemente fuertes como para determinar al ganador del concurso. Cuando una canción gusta, recibe votos de la gran mayoría de países. Valga como ejemplo el caso de Salvador Sobral, el representante de un país tan denostado y ninguneado eurovisivamente hablando como Portugal, que se alzó con el micrófono de cristal en 2017 al recibir televotos de todos los países, incluyendo 12 puntos de países nada "afines" como Noruega, Islandia o Finlandia. Al año siguiente, sin embargo, Portugal fue el farolillo rojo de la edición y quedó en última posición en la final. De la cima a la sima.



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